Frente a las barreras burocráticas, de racismo y desprotección al que se enfrentan las personas migrantes y, en concreto, el colectivo de vendedores ambulantes, nace en 2015 el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes de Barcelona. Con él, se desarrolla el proyecto de Top Manta: una marca de ropa social y solidaria concebida para mejorar la calidad de vida de este colectivo. A través de este proyecto se visibiliza una lucha por conseguir vivir y trabajar en condiciones dignas e iniciar procesos de regularización de personas migrantes que ya están viviendo y trabajando aquí.
Hemos podido visitar el taller donde las personas trabajadoras de Top Manta cosen y serigrafían sus productos. Lamine Sarr, uno de los fundadores del sindicato y de Top Manta, nos cuenta más sobre el proyecto.
¿Cómo nace el colectivo de Top Manta?
Nace con el sindicato en 2015, cuando empezamos a luchar por visibilizar y denunciar la situación que estamos viviendo en la calle con la venta ambulante, cambiar un oficio que muchos tienen en nuestro colectivo. Así es como empezó el proyecto. Durante dos años hicimos un gran trabajo político y sindical: dando charlas, participando en mesas redondas y eventos políticos. Después de esto, decidimos crear la marca de Top Manta.
¿En qué punto se encuentra Top Manta entre el activismo y la marca de ropa?
Hacemos de todo. Ahora mismo somos una cooperativa, y no es sólo una cooperativa que vende productos; el sindicato está luchando por los derechos humanos. También estamos creando proyectos para apoyar a muchísimas personas que están en situaciones difíciles o en la calle.
¿Por qué objetivos trabajáis en la organización?
Nuestros objetivos no se acaban nunca, porque estamos luchando contra el racismo, contra la desigualdad, para regularizar a muchas personas que llevan aquí muchos años y que no pueden volver con sus familias. Es un trabajo que requiere estar presente las 24 horas, porque no se termina nunca.
Al comenzar este proyecto, ¿os encontrasteis con obstáculos o dificultades de financiación?
No esperamos a tener financiación para empezar: cuando empezamos no teníamos ni una prenda, sólo un cartel con el logo. Después empezamos a hacer cátering, y con ese dinero pudimos empezar a financiar poco a poco las primeras prendas, hacer crowdfunding, hasta que hemos podido ir comprando más productos para hacer la serigrafía y abrir la tienda.
¿Cómo ha crecido este proyecto desde su comienzo?
Ha crecido muchísimo, es un proyecto que nació de cero. Cuando empezamos no teníamos ningún derecho; no teníamos papeles para crear una cuenta bancaria o para trabajar. Un proyecto que empezó con personas que no tenían papeles, hasta poder contratar a 25 personas y ayudar a más de 140 personas… creemos que hemos crecido bastante.
¿A nivel personal, cómo valoras el trabajo hecho hasta ahora?
Nosotros podríamos cerrar ya las puertas e irnos, porque hemos trabajado mucho para llegar hasta aquí. Hay cosas que, si explicase, no se creerían. Estuvimos un año sin poder cobrar nada, ¿de qué va a vivir alguien que está trabajando 24 horas y que no cobra? Hemos sacrificado nuestro tiempo, relaciones, familia, para poder llegar hasta aquí.
¿Qué alcance tiene Top Manta?¿A quién beneficia?
Nosotros consideramos que no sólo beneficiamos a los trabajadores y usuarios, sino también a los gobiernos, porque estamos beneficiando al desarrollo económico de este país; estamos pagando muchísimas tasas que benefician al gobierno. Durante la pandemia, produjimos más de 14.000 productos de manera gratuita para los hospitales y las residencias.
¿Está cambiando la visión e implicación social sobre el colectivo de vendedores ambulantes?
No sólo ha cambiado la forma en que se ve, también ha abierto el camino a muchísimos colectivos para denunciar el racismo, para perder ese miedo. Después de Top Manta han nacido muchos colectivos; se ha convertido en un símbolo de la lucha antirracista y ha abierto las puertas a los demás.
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Top Manta, moda solidària per la lluita antiracista
Enfront de les barreres burocràtiques, de racisme i desprotecció al qual s’enfronten les persones migrants i, en concret, el col·lectiu de venedors ambulants, neix en 2015 el Sindicat Popular de Venedors Ambulants de Barcelona. Amb ell, es desenvolupa el projecte de Top Manta: una marca de roba social i solidària concebuda per a millorar la qualitat de vida d’aquest col·lectiu. A través d’aquest projecte es visibilitza una lluita per aconseguir viure i treballar en condicions dignes i iniciar processos de regularització de persones migrants que ja estan vivint i treballant aquí.
Hem pogut visitar el taller on les persones treballadores de Top manta cusen i serigrafien els seus productes. Lamine Sarr, un dels fundadors del sindicat i de Top manta, ens compta més sobre el projecte.
Com neix el col·lectiu de Top Manta?
Neix amb el sindicat en 2015, quan comencem a lluitar per visibilitzar i denunciar la situació que estem vivint al carrer amb la venda ambulant, canviar un ofici que molts tenen en el nostre col·lectiu. Així és com va començar el projecte. Durant dos anys vam fer una gran feina política i sindical: donant xerrades, participant en taules rodones i esdeveniments polítics. Després d’això, decidim crear la marca de Top Manta.
En quin punt es troba Top Manta entre l’activisme i la marca de roba?
Fem de tot. Ara mateix som una cooperativa, i no és només una cooperativa que ven productes; el sindicat està lluitant pels drets humans. També estem creant projectes per a fer costat a moltíssimes persones que estan en situacions difícils o al carrer.
Per quins objectius treballeu en l’organització?
Els nostres objectius no s’acaben mai, perquè estem lluitant contra el racisme, contra la desigualtat, per a regularitzar a moltes persones que porten aquí molts anys i que no poden tornar amb les seves famílies. És un treball que requereix ser present les 24 hores, perquè no s’acaba mai.
En començar aquest projecte, us vau trobar amb obstacles o dificultats de finançament?
No vam esperar a tenir finançament per a començar: quan vam començar no teníem ni una peça, només un cartell amb el logo. Després comencem a fer càtering, i amb aquests diners vam poder començar a finançar a poc a poc les primeres peces de roba, fer micromecenatge, fins que hem pogut anar comprant més productes per a fer la serigrafia i obrir la botiga.
Com ha crescut aquest projecte des del seu començament?
Ha crescut moltíssim, és un projecte que va néixer de zero. Quan vam començar no teníem cap dret; no teníem papers per a crear un compte bancari o per a treballar. Un projecte que va començar amb persones que no tenien papers, fins a poder contractar 25 persones i ajudar a més de 140 persones… creiem que hem crescut bastant.
En l’àmbit personal, com valores el treball fet fins ara?
Nosaltres podríem tancar ja les portes i anar-nos-en, perquè hem treballat molt per a arribar fins aquí. Hi ha coses que, si expliqués, no es creurien. Vam estar un any sense poder cobrar res, de què viurà algú que està treballant 24 hores i que no cobra? Hem sacrificat el nostre temps, relacions, família, per a poder arribar fins aquí.
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