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#BankingOnValuesDay2021 

Fuente: GABV
 

¿Cuál es la clave para limitar el enorme impacto de un número cada vez mayor de desastres climáticos, como la tormenta tropical Grace en Haití o las últimas inundaciones en Centroeuropa? 

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que tiene lugar en Glasgow (COP26) apunta al dinero, utilizado de otra manera. “Movilizar las finanzas” es uno de los cuatro objetivos de la cumbre, que busca recaudar más de 100 mil millones de dólares en “financiación climática” por año para desacelerar el calentamiento global.

Pero ¿qué significa esto? En medio de una pandemia, tenemos una oportunidad histórica de reconstruir mejor. Por eso dedicaremos el octavo Día Internacional de la Banca en Valores (3 de noviembre) a hacer más comprensible el poder positivo del dinero. Destacamos acciones simples pero cruciales que las personas y las instituciones podemos realizar para abordar la emergencia climática, construir comunidades más resilientes y mejorar la calidad de vida.  

 Durante demasiado tiempo, el dinero ha sido el combustible de una economía lineal. Ha financiado la extracción de recursos naturales irreemplazables y se ha destinado a una fabricación de bienes que contamina y que, en demasiadas ocasiones, termina creando montañas de desechos. Todo desde una lógica maximizadora de beneficios que se apoya con frecuencia en condiciones laborales injustas para producir bienes baratos. 

Esta línea de pensamiento basada en extraer-producir-desechar no puede continuar para siempre. Ignora el hecho de que vivimos en un planeta con recursos finitos que deben utilizarse y distribuirse de forma más inteligente si deseamos vivir en ecosistemas y sociedades más saludables.

¿Y si el dinero pudiera ser el motor de una economía circular o de ciclo cerrado? 

No se puede arreglar el clima sin arreglar las finanzas

En otras palabras, el dinero también tiene el potencial de promover productos sostenibles y de fabricación justa a partir de recursos renovables. Tenemos el poder de consumir menos, así como de reutilizar y reciclar.

Por ejemplo, las inversiones en energía eólica proporcionan un recurso renovable típico de una economía de circuito cerrado que evita usar carbón o petróleo, combustibles fósiles finitos y contaminantes característicos de una economía lineal. Es clave que las instituciones financieras dejen de financiar combustibles fósiles, trabajen con sus clientes para reducir sus emisiones y tomen decisiones positivas para financiar empresas que ayuden a lograr una economía baja en carbono.

“No podemos despertarnos en 2029 y decidir reducir nuestras emisiones en un 50% para 2030”, afirma Alok Sharma, presidente de la COP26. Tiene razón, y no solo eso. Los bancos no tienen por qué empezar de cero. Los 67 bancos que conforman la Alianza Global para la Banca con Valores (GABV), una red de las principales entidades financieras basadas ​​en valores del mundo, cuentan con experiencia sobre cómo convertir las finanzas en aliadas de una economía baja en carbono en la práctica. Durante décadas, han ofrecido un enfoque centrado en la prosperidad de las personas y en equilibrio con el entorno. Con el respaldo de millones de clientes en todo el mundo, brindan una visión positiva de cómo integrar banca y economía circular.   

Gestionar lo que medimos

Una vez los bancos aceptan la posibilidad de desempeñar un papel clave en esta nueva economía más sostenible y equitativa, deben establecer metas y cumplirlas. Pero solo se puede saber si se está cumpliendo con un objetivo cuando realizamos una medición. Por fortuna, el Partenariado por la Contabilidad Financiera del Carbón (PCAF, según sus siglas en inglés), iniciado por entidades financieras entre las que se incluyen miembros de la GABV, ha creado una herramienta de código abierto para medir las emisiones de carbono vinculadas a los préstamos y las inversiones de cualquier banco.

Pero medir no lo es todo. Los científicos han medido el progreso del cambio climático durante décadas y, aún así, mucho bancos continúan, literalmente, financiando la emergencia climática. Esto demuestra la relevancia de adquirir compromisos de neutralidad climática creíbles, como Net Zero Banking Alliance, que ya involucra al 25% de los activos bancarios de EE. UU. Y cuenta con el apoyo de miembros de la GABV como el Amalgamated Bank. 

El poder de las decisiones cotidianas

Las personas y las empresas, no solo los bancos, pueden actuar por unas finanzas más sostenibles si eligen ser clientes de un banco con valores. Vancity, miembro de la GABV en Canadá, es un gran ejemplo de una institución que lidera el cambio. Va más allá del compromiso de algunas instituciones de lograr la neutralidad climática para 2050 y planea que su cartera de préstamos lo consiga en 2040 . 

Por su parte, en Nepal, NMB, una organización que ofrece servicios financieros inclusivos a una amplio espectro de clientes y también miembro de la GABV, promueve cambios sobre el terreno con iniciativas como sus préstamos para energías alternativas. Este tipo de financiación combina un impacto social y ambiental positivo. El servicio se ofrece a clientes que utilizan energías renovables como biogás o energía solar en pequeñas y medianas instalaciones ganaderas. 

Mientras tanto, el banco del sur de Rusia Center-invest Bank, único miembro de la GABV en su país hasta la fecha, marcó un hito al lanzar los primeros bonos verdes de Rusia . “Los fondos de la emisión de bonos se utilizarán para financiar y refinanciar préstamos para proyectos de eficiencia energética, energías renovables y para financiar el transporte verde”, explicó Lidia Simonova, vicepresidenta. El banco comenzó a ofrecer préstamos verdes en 2005 para financiar proyectos de eficiencia energética para pequeñas empresas, clientes minoristas y asociaciones de propietarios.   

Un cambio cultural

Si lo pensamos seriamente, ¿no deberían ser sostenibles todas las finanzas? ¿No debería su objetivo principal ser ayudar a las personas a desarrollarse y vivir una vida digna? En el desafío de mover las finanzas desde el modelo de extracción-producción-desecho a una economía circular y con valores, necesitamos algo más que inversiones verdes. Urge un cambio de mentalidad a nivel individual, comunitario, nacional e internacional.

Es una transformación que ya está en marcha a nivel global. Instituciones como Lapo Bank, miembro de la GABV en Nigeria, organizan eventos de finanzas sostenibles para cambiar la cultura del sector financiero en África. De manera similar, en 2020 tuvo lugar el primer estudio regional en América Latina y el Caribe sobre las finanzas y los riesgos climáticos, con la participación de más de la mitad de los bancos de la región. 

El ritmo del cambio debe acelerarse para hacer frente al desafío de la emergencia climática. Para el renombrado científico Johan Rockström, “tenemos diez años para transformar a la Humanidad. Muchos desarrollos significativos nos llevan a un nuevo paradigma, como la legislación de la Unión Europea para clasificar las inversiones y que la ciudadanía sepa si su dinero combate o bien alimenta el cambio climático. Desde el gobierno hasta los reguladores, las empresas y las personas, todos tenemos un papel que desempeñar.

La GABV y el movimiento de banca con valores continuarán actuando para abordar el desafío compartido del cambio climático y su impacto en las personas, con la ayuda de una creciente comunidad de ciudadanos y organizaciones conscientes. 

¿Cerramos juntos el círculo hacia un uso diferente del dinero?