Banca Etica se ha declarado a favor de los derechos de las personas migrantes y refugiadas en más de una ocasión.

Como muestra de nuestro compromiso, os presentamos una de las iniciativas más significativas de este ámbito apoyada por Banca Etica en Italia.

“Diritti al sud”, por el apoyo mutuo y la colaboración entre personas italianas y extranjeras

Diritti a Sud significa respeto y protección de los derechos fundamentales de las personas con el corazón vuelto hacia el sur del mundo. El nombre de esta asociación cultural que opera desde 2014 en Nardò, Apulia, no es casual; se trata de una entidad joven que nace de la experiencia de lucha de los jornaleros/as de Salento en defensa de las personas migrantes explotadas en labores agrícolas estacionales.

«Diritti a Sud nace desde la base como reacción común de quienes viven en condiciones de dificultad social o precariedad laboral, afirma Rosa Vaglio, presidenta de Diritti a Sud. No queremos que se hable de integración sino de convivencia de diferentes personas – inmigrantes, solicitantes de asilo y también residentes en el lugar – que colaboran juntas en un proyecto único en el territorio en el que nos encontramos. Nuestra comunidad alberga historias y sensibilidades diferentes y, desde el pleno respeto al otro, hemos puesto en marcha un proyecto de apoyo recíproco y de colaboración entre personas italianas y extranjeras».

Los cursos de «educación popular» son un ejemplo de cómo Diritti a Sud favorece la convivencia y el encuentro entre personas italianas y extranjeras. Se trata de iniciativas de carácter cultural-formativo, como las clases gratuitas de italiano para extranjeros/as y, a la inversa, los cursos de lengua extranjera dirigidos a personas italianas. Hace poco terminaron también el proyecto Opem para apoyar la sensibilización ante la multiculturalidad de su territorio.

Con la salsa de tomate Sfruttazero luchamos contra la precariedad y la explotación laboral

La lucha contra la explotación laboral, sobre todo la más difundida en el entorno agrícola del sur de Italia, es parte integrante de la misión de Diritti a Sud. Con el proyecto Sfruttazero y gracias a él, la asociación está intentando contrarrestar este fenómeno, favoreciendo la inserción laboral de las personas migrantes y proponiendo al mismo tiempo un modelo económico ético y alternativo al tradicional.

La iniciativa surgió en 2015, en colaboración con la Associazione Solidaria di Bari, y consiste en la producción de salsa de tomate fabricada por personas migrantes pero también italianas en situación precaria o en paro. La fase de puesta en marcha de la producción se financió gracias a la microfinanciación colectiva  de Produzioni dal basso.

Diritti a Sud controla todo el proceso productivo y se encarga de todas las fases del trabajo: desde la elección del terreno y la recogida de los tomates hasta la distribución de la salsa fuera de los grandes circuitos de distribución organizada. El tomate en salsa se vende en grupos de consumo ético, en ferias o en tiendas de comercio solidario, además de a particulares.

La Asociación ha elegido a Banca Etica porque apoya un modelo de economía ética. «Nos preguntábamos en qué entidad de crédito abrir una cuenta corriente. Desde el principio, Banca Etica nos ha dado una acogida y tratamiento especiales. Somos una entidad joven como socia y cliente y Banca Etica ha creído en nosotros/as aunque no teníamos muchas garantías».

Hoy, Diritti a Sud es una referencia para las personas extranjeras que trabajan en el territorio y para más gente; desde 2015 hasta la fecha, la asociación ha aumentado la producción y venta de salsa de tomate. Sus productos provienen de una agricultura respetuosa con la naturaleza y las personas. Están hechos sólo de tomates no tratados y prestando gran atención a las condiciones del personal (horario de trabajo, contrato laboral, etc.).

Artículo “Tomates contra la mafia del campo”

El diario El País, se ha hecho eco de esta experiencia italiana en un extenso reportaje titulado “Tomates contra la mafia del campo”. Podéis leerlo completo aquí.

Foto de Diritti a Sud @dirittiasud

Por Alessandra Certomà