Por Peru Sasia, Consejero de Banca Etica
“Participar” es una palabra muy usada, aunque no siempre correctamente entendida. Su raíz etimológica hace referencia a “tomar parte en algo”, a “intervenir”, e incluso el diccionario le asigna el significado de “aviso, parte o noticia que se da a alguien”. También puede entenderse como “cantidad de dinero con la que se participa en un negocio”…
Hablar hoy de “participación” en la esfera económica nos obliga a reflexionar sobre los diferentes matices que ofrecen estas definiciones. Y nos anima a pensar qué concepto de participación necesitamos si queremos que la economía recupere su valor social. La lógica económica actual requiere (y construye) un consumidor que reduce su intervención a una decisión de compra debidamente condicionada por el marketing y por los modelos de felicidad-consumo que se nos inculcan de forma intensiva. Se potencia un consumidor compulsivo, irreflexivo, ignorante de los mecanismos que rigen el sistema económico y de sus consecuencias; un individuo aislado (mejor que sea así) que simplemente resuelva (afirmativamente) una especie de diálogo hamletiano: “comprar o no comprar, he ahí el dilema”.
Transformar el sistema económico y recuperar su valor como espacio de relaciones que miran por el bien común, exige propuestas que se construyan sobre un modelo de participación mucho más denso, con mucho mayor recorrido. Y exige no solo consumir, sino construir el circuito económico. Exige participar, con conocimiento y con responsabilidad, en la organización que lo gestiona. Exige colaborar con nuestra opinión y nuestras capacidades (también las económicas) en la consolidación del modelo. Exige atraer a otros posibles participantes, personas y organizaciones que, como nosotros, comparten una visión común sobre lo que debe ser hoy la economía. Exige entender nuestras particularidades, los elementos fundamentales sobre los que asentamos nuestras propuestas concretas, las razones que explican las cosas que hacemos… y las que no podemos o no debemos hacer. Exige, en definitiva, “ser parte” de algo que construimos entre todos demostrando que es posible pensar en otro modelo de relaciones basadas en la cooperación, la reciprocidad, la solidaridad con los más débiles, el respeto por la naturaleza. Exige formarse, encontrarse, debatir, tomar decisiones de forma democrática, tolerar la diferencia y enriquecerse con ella.
Exige participar en una Asamblea, mediante la expresión de una opinión o la decisión de un voto. Participar en las diversas estructuras y dinámicas que promueve nuestro Pacto Asociativo. Participar especialmente en la consolidación de una estructura que, precisamente, cuide la participación. Algunas de estas acciones son pequeñas actuaciones, pero juntas se cargan de un gran valor político, especialmente para una cooperativa financiera que se mantiene tozudamente apegada a la lógica de “una persona-un voto” (uno de nuestros pilares fundamentales). Porque nuestro modelo se construye desde la base, desde ese tejido social que se ha reunido para ofrecer a la sociedad una propuesta contracultural, contracorriente. Y, no lo olvidemos, ese es un ejercicio muy costoso y agotador si se encara individualmente.
Obviamente, debemos respetar las circunstancias personales y las diferentes posibilidades de participar que cada persona tenga en un momento determinado. Pero esto nunca debe impedir la implicación responsable de quienes entiendan que esa es su manera de construir Banca Etica. Tampoco debemos conformarnos, aceptando un empobrecimiento progresivo de la participación. Debemos perseguir cada día esa implicación, ofreciendo dinámicas atractivas y consistentes, que sean capaces de adaptarse a los cambios de nuestro entorno social, político, cultural, normativo… sin perder esa intensidad participativa que tanto necesitamos.
Ese es nuestro modelo, que construimos desde orígenes distintos en Italia y España. Un modelo que es la razón fundamental por la que los socios del Área Fiare buscaron con entusiasmo la posibilidad de integrarnos en un proyecto común. Hoy, ya unidos, nos aferramos juntos a él como una de las claves para seguir consolidando una banca alternativa que se construye en Europa, desde realidades nacionales que presentan, frente al sistema económico, muchos puntos en común. Un camino difícil, pero muy estimulante. Participemos y reforcemos la participación. De ello depende buena parte de nuestro valor.
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