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La voz de quien se resiste a la despoblación, incluso después del terremoto en Italia

La siguiente historia surge de la intensa emoción de un encuentro, durante la reunión de la base social del Área Centro celebrada en Teramo a mediados de marzo. Es una reflexión sobre la difícil experiencia de los terremotos que sacudieron el centro de Italia en varias ocasiones, entre agosto del 2016 y enero del 2017, y sobre la cual Banca Etica está tratando de mantener la máxima atención, haciendo un seguimiento de la evolución de la situación a través de las personas socias presentes en los territorios afectados, así como con instrumentos bancarios clásicos: créditos blandos o suspensión de las cuotas hipotecarias.

La protagonista de la historia de hoy es María José, una mujer vasca inusual, residente en Italia desde hace muchos años, y propietaria, junto a su marido, de la Fattoria Gioia, en las campiñas de Teramo. La historia de esta socia emprendedora es la historia de quien no considera la resignación como salida y, interpretando el cambio a partir de uno mismo, teje tramas de resistencia. La de María José y Maurizio es una resistencia ancestral, ya que proviene de la tierra; se remonta a los conocimientos campesinos y a los valores de los que, ante las fuerzas de la naturaleza, se convierten en comunidad. Pero también es moderna, porque María José (traductora intérprete de profesión) utiliza todas las herramientas de la comunicación para ejercer presión y llamar a las autoridades a su responsabilidad, para reivindicar el derecho a una mejor gestión de los asuntos públicos, y para reafirmar la vitalidad de un proyecto común de tierras y economías solidarias.

Presente todos los sábados en el mercado de agricultores de Teramo, la Fattoria Gioia se identifica por un rasgo inconfundible: una bandera que ondea incesablemente sobre los quesos que elaboran, la bandera de Banca Etica.

Aquí la carta de Maria José:

Queridas amigas y amigos de Banca Etica,

tras varias semanas de lucha por la supervivencia, y ahora preocupada por la falta de una acción que garantice la solidez de la única vía de acceso a nuestra granja, tengo que dar las gracias a todas las personas ( y son muchas) que nos han ayudado y nos siguen apoyando con fuerza  porque, una vez más, como hace dos años, nos habéis sacado primero de bajo la nieve y luego, del barro.

Desde mediados de enero, vivimos en la incertidumbre: con el terremoto bajo la nieve, arriesgando nuestras vidas al cuidar de nuestras cabras bajo el tejado del establo, doblado por el peso de la nieve.  Hemos vivido 18 días sin corriente eléctrica, y luego sin agua, completamente aislados: non funcionaban los teléfonos, ni los números de emergencia… Cuando las autoridades han abierto la carretera, la vía de escape, unos amigos han evacuado a los niños a la costa, y os confieso que yo también pensé en irme. Le dije a Maurizio que todo esto era demasiado para mí, que no podía quedarme, sabiendo lo que se nos venía encima.

Porque éramos plenamente conscientes de la fragilidad de la carretera.  Maurizio se echó a llorar; lloramos juntos. Y el mismo día en que se abrió la carretera, empezaron a llegar amigos, asociaciones, conocidos y desconocidos. Vino un equipo de alpinistas a quitar  la nieve de los tejados y reducir  el peligro de más derrumbes, luego vinieron las Brigadas de Solidaridad Activa y voluntarios de la red de economía solidaria. Nos llamaron tantas personas que empecé a organizar las ayudas a otras granjas con los mismos problemas pero que, aislados, no tenían tanta visibilidad como nosotros. Y, bueno, pues al final me quedé. Me quedé con ellos, por ellos. ¿Cómo iba a dejarlos ahí? ¿Quién les hubiera preparado un café o un plato de espaguetis?

Unos meses antes, había intentado ayudar, económicamente, a unos agricultores damnificados por el terremoto de las Marcas. Creía que  eso bastaba. En cambio ahora he visto que, aunque vivimos en un sistema capitalista, cuando se te cae el tejado encima y tiembla la tierra  bajo tus pies, lo único que te puede sacar de ahí es la mano  de otro ser humano.

En el fondo, hemos tenido bastante suerte: hemos salvado nuestras vidas y las de nuestros animales. Y casi todas las infraestructuras; se han derrumbado la sala de ordeñe y un pequeño establo. Nosotros queremos y podemos reconstruir pero si no se refuerza la carretera …

El Ayuntamiento ha hecho un arreglo para que podamos pasar  cuando no llueve, pero con las próximas lluvias corremos el riesgo de estar de nuevo aislados, como hace dos años, como hace cuatro meses.  Si no se hace nada más, habrá sido todo inútil: para volver a empezar necesitamos urgentemente una carretera que no desaparezca con el próximo corrimiento de terreno, con la próxima lluvia. ¿Vosotros invertiríais dinero y energías en la reconstrucción de una granja que puede quedarse aislada con la próxima lluvia porque la carretera cede, quién sabe? ¿Igual mientras  estás pasando con el coche? 

Esta granja existe desde antes de que yo naciera, y hace 23 años se convirtió en la Fattoria Gioia, después de que el otro comprador confesara que iba a crear allí un vertedero. En estos años, Maurizio, sus padres, yo, y muchos voluntarios del WWOOF hemos dedicado energía y esperanza al proyecto de la granja.
Y vosotros también habéis invertido más de 350.000 euros en la casa de turismo rural, el lago, los olivos, las cercas, el establo, la quesería, la sala para visitantes y  escuelas, el fotovoltáico… Un trabajo enorme, posible en parte  gracias a las ayudas regionales y europeas, y al apoyo fundamental de Banca Etica, siempre a nuestro lado, sobre todo en los momentos más duros. Estas ayudas, junto con nuestra inversión de mas de 400.000 euros, nos han impulsado a creer que era posible montar una granja ecológica en las colinas de Abruzzo.

Pero hace dos años, a causa del abandono de las carreteras por parte de las autoridades, cerramos definitivamente el turismo rural y la granja escuela, después de que el Ayuntamiento mantuviera cerrada la carretera  durante seis meses por un corrimiento de tierra.

Las obras de urgencia son solo un despilfarro de recursos si no hay una programación conjunta con los agricultores, que sufren directamente el impacto de las decisiones tomadas sin consultarles.

Por nuestra parte, estamos más convencidos que nunca de que la agricultura campesina es el único tipo de actividad económica viable en estas colinas. Poco a poco van llegando  personas que comparten esta óptica, y la ponen en práctica cultivando la tierra y las relaciones humanas según el enfoque de la agroecología.

El verdadero “problema”, como  podéis imaginar, no somos nosotros y nuestra granja. El problema de fondo es cultural y político. A Maurizio el cabrero no se le considera un ganadero con visión de futuro que custodia la tierra y adapta sus técnicas agrícolas cada estación, tras observar  el impacto del cambio climático en estas colinas, para intentar mitigarlo y hacer que  sean más resilientes a los fenómenos erosivos.

Afortunadamente, hay cada vez más Maurizios sueltos por aquí, y tenemos la obligación de defenderlos a todos, sobre todo a aquellos que no logran ser oídos , y están pensando en irse. Hay muchas señales positivas: estos meses hemos impulsado y participado en muchas iniciativas propositivas; entre ellas, un maravilloso proyecto de cambio (agri)cultural, Fame d’erba, que se celebrará a principios de junio

Ahora el reto es mantener un alto nivel de atención en cuanto a la necesidad urgente de tener una carretera segura, también cuando llueve, para poder reconstruir. Este es el momento más duro, el del silencio. Pedimos vuestro apoyo a las numerosas iniciativas que  estamos poniendo en práctica para que no se olvide el sufrimiento de tantas pequeñas granjas que corren el riesgo de desaparecer hoy a causa de la pasividad institucional y cultural. Seguidnos en facebook (Fattoria Gioia o María José Moraza) y, si podéis, apoyad el crowdfunding Fame d’erba.

Solos, no somos nada.
Eskerrik asko