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Etica e cooperativa

Si el dinero mueve el mundo, cambiemos el sentido

Alessandro Messina, Director general de Banca Etica.

“Hago dinero con el dinero”, dice un taimado John Gray a la bella Elizabeth McGraw, que está empezando a enamorarse de él. Estamos en 1986 y esta es la mayor critica a las finanzas que encontraréis en Nueve semanas y media, película de Adrian Lyne que dio mucho de qué hablar por otras razones. Hollywood, como suele suceder, comenzaba a reflejar lo que estaba cambiando en la sociedad americana.

Precisamente en los años ‘80 las finanzas comenzaron su escalada hacia el capitalismo, aliándose con la tecnología (en esos años, aparecían las primeras aplicaciones informáticas de trading) y sumándose a las nuevas visiones que emergían en la sociedad y que una política huérfana de las viejas certezas ideológicas comenzaba a abrazar: desde el thatcherismo en Europa a la euforia del fin de la historia en los Estados Unidos.

Es fácil afirmar hoy que las finanzas han tenido un éxito fácil en esta escalada. Las implicaciones son numerosas: el crecimiento exponencial de los flujos financieros respecto a los de la economía real, que alcanza una proporción de 1 a 70, la liberalización y desregulación de los mercados, que llegan a hacer creíble la hipótesis de que un sujeto privado pueda tener una moneda internacional, la unificación y homologación progresiva de modelos culturales de empresa y mercado que favorecen una creciente concentración de capitales y trasladan de forma masiva la distribución del valor añadido del trabajo al rendimiento.

El “hago dinero con el dinero” de Mickey Rourke (era él) gobierna ahora una gran parte del mundo. Y cada vez son menos las personas que pueden hacer esta afirmación con satisfacción. La crisis que se inició en 2007, veinte años después del Gordon Gekko de Stone y hace ya 20 años, no ha producido cambios significativos. Antes bien, la combinación de unos responsables políticos cada vez menos anclados en una visión clara de la sociedad con las presiones crecientes de los lobbies de las finanzas y las grandes multinacionales ha generado una especia de neurosis hiperregulatoria que ha producido el paradójico efecto de debilitar precisamente las formas financieras más cercanas a la economía real, las expresiones de un modelo alternativo de empresa (las cooperativas) y aquellas inspiradas en valores distintos a la maximización de los beneficios.

Con la crisis económica ha habido una tendencia fuerte en los países del sur de Europa de reducir el número de agentes bancarios, sobre todo las cajas por un proceso de bancarización donde se han cerrado muchas de las cajas y cooperativas pequeñas. 

También actualmente con el proceso de la digitalización los grandes bancos se están dando cuenta de que hay que cambiar el modelo de negocio, por lo que se están reduciendo el número de oficinas en las principales ciudades españolas y por lo tanto una reducción de las plantillas de trabajo.

¿Qué impacto tendrá esta tendencia sobre los equilibrios sociales y económicos en los próximos años? Es difícil decirlo. Solo se puede constatar lo que ya está sucediendo: en realidad, la restricción del crédito de la que tanto se habló después de la caída de Lehman Brothers no ha terminado; el mercado crediticio parece estar ya conviviendo establemente con formas de racionamiento de la propia oferta, sobre todo hacia la micro y pequeña empresa y hacia algunas categorías sociales más vulnerables (que, por otra parte, están aumentando).

No nos hagamos ilusiones, esto es un efecto inevitable y estructural de procesos más amplios que están teniendo lugar en la «configuración de los bancos» y que van desde la hiperpresión sobre el capital, que ciertamente no ayuda a opciones empresariales ágiles, a la fuerte reducción del número de participantes, pasando por la liquidez inyectada masivamente a los intermediarios, que hace disminuir los tipos de interés, y la ausencia de políticas fiscales coherentes y, por tanto, incapaces de generar estímulos positivos para la economía real. Este conjunto determina la inmovilidad de los intermediarios, que se apoyan en posiciones de privilegio y trasladan progresivamente su atención del crédito a otras formas de beneficio (transacciones, seguros, inversiones, servicios, etc.).

Si no queremos soñar despiertos/as, no podemos creernos que estas finanzas se van a convertir en masa a los principios de sostenibilidad. Junto a la urgencia de las necesidades sociales y económicas no satisfechas, aparece mientras tanto de forma flagrante la total disonancia entre la narrativa, los posicionamientos estratégicos y las decisiones cotidianas. De esto se deduce la  necesidad de hacer crecer la conciencia de todo lo que está sucediendo y de promover que se conozcan las buenas prácticas de las excepciones existentes (¿o deberíamos definirlas como auténticas bolsas de resistencia, a la vista de la situación?).

En Italia y en España está Banca Etica, comprometida día a día con unas finanzas muy diferentes de las de John Gray. Nuestro compromiso con la educación financiera nos da la oportunidad de unir fuerzas para explicarlas, darlas a conocer, atraer a personas nuevas y apasionarlas por este proyecto de «ciudadanía financiera». Porque nuestro lema siempre será válido: ¡si los bancos cambian en una dirección que no nos gusta, a la ciudadanía activa y a los ahorradores/as conscientes no nos queda otra que ponernos manos a la obra para cambiar los bancos!

Gracias a todas las personas que trabajan, se implican, invierten energía, tiempo y vivacidad intelectual en esta dirección.

 

Foto de Kat Yukawa on Unsplash