Por Peru Sasia, Consejero de Banca Etica y Presidente de Febea
Si tuviésemos que resaltar los elementos fundamentales sobre los que articular propuestas de alternativa en la esfera económica, uno de ellos sería sin duda la consolidación de procesos de construcción de lo público donde importan las decisiones que sean más justas, no las que obedezcan a los intereses particulares o demandas de los más poderosos.
Procesos que configuren, en su sentido más profundo, una propuesta cooperativa que supone, en estos tiempos gobernados por la racionalidad económica (individualista, acrítica, competitiva…) una auténtica revolución que permita transformar nuestra sociedad. Revolución que, siendo nítidamente cultural (ética, deberíamos decir) debe orientarse hoy con claridad hacia el sistema económico, como ámbito en el que se definen de forma muy significativa la mayor parte de las dinámicas sobre las que esta sociedad se va construyendo.
Reivindicar el valor de la economía cooperativa, como eje sobre el que construir nuevas relaciones económicas, implica reconocer su valor político, superando reducciones que vinculan la esencia cooperativa a una mera forma jurídica o a determinadas estructuras de participación interna. Una economía cooperativa que solo puede ser impulsada por organizaciones que muestran que es posible construir un nuevo tipo de relaciones tanto como organización (democracia interna), como en sus operaciones (dimensión relacional de la actividad económica) y en el tipo de comunidad política que quiere contribuir a construir (dimensión ciudadana).
Por eso, desde la estructura de gobierno hasta las dinámicas asociativas, pasando por la estrategia de crecimiento, las dinámicas de relación con otros agentes sociales o la presencia pública, constituyen elementos que las propuestas cooperativas deben analizar, en una vigilancia permanente, identificando las oportunidades que ofrecen para reforzar ese proyecto de reconstrucción social.
En Fiare Banca Etica, comprometidos con la construcción de circuitos económicos cooperativos como elemento fundamental de nuestra Misión, asumimos esta responsabilidad a todos los niveles. Profundizando en la lógica de los Portadores de Valor, para que se sientan protagonistas y reconozcan su responsabilidad en construir un proyecto sólido y sostenible. Abiertos a rendir cuentas, mostrando de forma transparente un balance social que muestre que los impactos que queremos generar reconocen las demandas de justicia de nuestra sociedad y se adaptan a ellas con dinamismo y creatividad. Buscando, en definitiva, mantener vivo nuestro compromiso por reconstruir un espacio público habitado por personas y organizaciones ciudadanas, y no por una mera agregación individual de personas consumidoras.
Un reto que, es importante recordar, no se agota en nuestros ámbitos naturales de intervención. En estos tiempos de expulsiones y exclusiones en los que en capas muy significativas de nuestra vieja Europa «lo nuestro» y su protección se han convertido en valores prioritarios en la escena política, este desafío cooperativo resulta especialmente relevante. En este contexto, generar redes de organizaciones que proponen dinámicas «germinales» que reconocen al otro y se comprometen con sus problemas reales y son capaces de agregarse y construir palancas de transformación social convierten asimismo la dimensión internacional de Banca Etica, y de otras organizaciones comprometidas con una economía basada en la cooperación, en un aspecto incorporado ineludiblemente con nuestra Misión.
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