Ahora mismo, en Italia, 21 niños están en la cárcel. Están allí porque están unidos a sus madres, veinte mujeres que cumplen condena y que, por tanto, se ven obligadas a criarlos entre celdas y barrotes.
CIAO… un puente entre la cárcel, la familia y el territorio, asiste en su vida cotidiana a madres e hijos detenidos principalmente en el ICAM (Istituto di Custodia Attenuata per Madri) de Milán, proporcionándoles espacios de convivencia pero también talleres, juegos, apoyo psicológico y burocrático, acompañamiento educativo y acceso a servicios en el territorio. Fundada en 1995, inició sus actividades en forma de voluntariado para internos de la cárcel de Opera, antiguos reclusos y sus familias. “Fue precisamente a partir de nuestra experiencia en la cárcel”, afirma Elisabetta Fontana, presidenta de la asociación, “cuando surgió la necesidad de disponer de instalaciones para alojar a reclusos en medidas alternativas o con permisos especiales”.
El espacio ofrece numerosas posibilidades: de sus 700 metros cuadrados se han creado tres pisos, una zona de lavandería, una oficina para la administración y dos salas para garantizar la acogida de los familiares que visitan la cárcel o durante su permiso de bonificación, para que las madres y los hijos puedan reunirse con los padres y maridos sin necesidad de pagar un hotel, ofreciéndoles un espacio para permanecer juntos.
“Por fin”, explica el presidente de la asociación, “los niños ya no se ven obligados a vivir años cruciales de su crecimiento dentro de una cárcel. Las madres que acuden a las instalaciones del CIAO proceden del ICAM. La institución es una sección independiente de la cárcel de San Vittore en la que cumplen sus condenas dentro de un verdadero hogar, un espacio diseñado para que los niños no tengan la percepción de la cárcel, con paredes de colores, educadores, donde los funcionarios van de paisano y los niños tienen la posibilidad de salir con educadores y voluntarios. Una vez que las mujeres sometidas a penas de prisión alcanzan el número de años suficiente para tener derecho a medidas alternativas, pueden trasladarse a las instalaciones gestionadas por CIAO.”
En la actualidad, las instalaciones acogen a seis madres y siete hijos y se encargan de su manutención. Además del espacio de la parroquia, la asociación gestiona otros cinco pisos, que dan alojamiento a siete núcleos materno-infantiles que han terminado de cumplir sus condenas pero carecen de hogar o que han sido denunciados por los servicios sociales por proceder de situaciones de penuria socioeconómica o de vivienda.
“Estas madres a menudo no tienen ninguna referencia en el territorio. A veces son analfabetas, o extranjeras, no tienen documentos y no saben a quién dirigirse”. La asociación también ofrece acompañamiento educativo, un itinerario “de apoyo a la paternidad, también dirigido a la autonomía, apoyo en las relaciones con las instituciones, incluidas las cárceles, pero también la regularización en el territorio, la producción de documentos útiles como la tarjeta sanitaria, que permite el acceso a muchos servicios. El acceso a los servicios sanitarios para los niños”, explica Elisabetta, “es más fácil, porque se reconoce el derecho a la salud. Pero si las madres son extranjeras, quizá sin permiso de residencia, el acceso a los servicios puede ser muy difícil, y hace falta apoyo”.
“Intentamos construir una dimensión cotidiana lo más cercana posible a la normalidad“, explica Elisabetta. Las madres solo pueden salir de 10 a 12 de la mañana, pero intentamos que, pidiendo las autorizaciones necesarias, puedan acompañar a los niños al colegio, a actividades extraescolares o incluso al médico”.
La asociación también propone apoyo psicológico. “Paradójicamente, en algunos casos, la detención en sí parece ser el menor de los problemas. Hay un enorme sufrimiento en los niños que han pasado por esta experiencia, así como en sus madres. Pero también hay un plan de actividades puramente recreativo, destinado a garantizar a los niños el derecho a la serenidad, a la diversión. Proyectos de talleres creativos y artísticos, pero también viajes fuera de la ciudad.
Desde 2010, el CIAO ha gestionado la acogida de 28 madres y 30 niños, garantizando cuatro reunificaciones familiares de madres en medida alternativa con niños alojados en otras instalaciones. “Dado que nuestro objetivo es evitar que los niños vuelvan a la cárcel”, prosigue Elisabetta, “también acogemos a padres en permiso especial, que pueden utilizar nuestras instalaciones para su permiso de 12 horas”.
Con Banca Etica se cruzaron gracias a la relación con la asociación Bambini senza Sbarre. “Banca Etica”, explica el presidente, “ha sido fundamental: teníamos importantes créditos con las fundaciones y gracias al anticipo de crédito que nos proporcionaron pudimos continuar nuestras actividades en una fase muy difícil. La recaudación de fondos, siempre activa, consigue garantizar una serie de actividades auxiliares mientras resulta difícil gestionar el día a día, anticipar los gastos de los honorarios de las madres que nos confían los servicios sociales o pagar íntegramente a quienes no disfrutan de estas prestaciones, como es el caso de tres de los cuatro huéspedes actuales”.
Ocurre a menudo que una institución es receptora de financiación del sector privado, pero el calendario del desembolso choca con la necesidad de liquidez inmediata, o que se espera que pague gastos ya realizados. Estas situaciones, según Elisabetta, cuestionan el papel de las instituciones: “Una madre reclusa que no se beneficia del apoyo de los servicios sociales no recibe ninguna contribución”.
Banca Etica”, prosigue, “nos ha permitido continuar nuestras actividades, garantizando siempre el pago de los salarios de los trabajadores”. La asociación tiene cinco trabajadores fijos, cuatro a tiempo completo y uno a tiempo parcial, y cuenta con la colaboración de profesionales con CIF. “Yo, como presidente, puedo decidir aplazar mi sueldo, al igual que el director, pero para nosotros es esencial proteger a nuestros trabajadores y si pudimos hacerlo fue también gracias a ese anticipo de crédito. Y también fue esencial porque a menudo la preocupación por el dinero puede ser una distracción, puede distraerte de lo que tienes que hacer, de tu misión”.
CIAO es uno de los proyectos financiados por Banca Etica en Italia, que apoya con sus inversiones entidades y organizaciones de impacto positivo.
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