Artículo de Valori.it

Fue en 1999 cuando Andrea Berrini, pionera de las finanzas éticas en Italia, concibió la idea de dar vida a CreSud. Participó en la primera conferencia mundial sobre microcrédito en los Estados Unidos en 1997 y comprendió que en muchos países del Sur global hay una falta de acceso a la financiación para millones de personas. Sí, había muchos bancos comerciales al servicio de las empresas y los asalariados, pero estos ignoraban totalmente las necesidades de los más pobres y los que no tenían garantías. Por otro lado, se estaban desarrollando numerosas organizaciones y proyectos de cooperación internacional.

Fueron los años en los que también se iniciaba el proyecto Banca Etica y Berrini, a partir de esa conciencia, gracias a una red de socias que aún incluye a personas, cooperativas y asociaciones que operan en los sectores del desarrollo sostenible y el comercio justo, desarrolló su empresa. dedicada al microcrédito. Desde entonces CreSud ha proporcionado recursos y servicios financieros a organizaciones de microfinanzas, productores de comercio justo, cooperativas, redes, asociaciones y ONG en América Latina, África y Asia. Y en 2019, reuniendo dos experiencias realizadas en paralelo durante más de veinte años, se incorporó formalmente al mundo de Banca Etica, que se ha convertido en el socio mayoritario.

«CreSud – recuerda Pier Carlo Barioli, en CreSud desde 2002 – siempre ha operado recolectando recursos en Italia, a través de capital social, bonos o préstamos. Estos recursos se ofrecen a organizaciones asociadas en el Sur global que, a su vez, realizan operaciones de microcrédito a clientes finales. Entidades socias que hace veinte años eran ONGs o proyectos de cooperación internacional ahora se han convertido en empresas, financieras o pequeños bancos éticos que operan según principios compatibles con los nuestros, manteniendo en muchas ocasiones los valores de las ONG de las que derivan ”.

Por lo tanto, se ha desarrollado un modelo de negocio económicamente sostenible a partir de la visión de Berrini, porque las personas más pobres han mostrado un comportamiento de pago menos riesgoso. El objetivo, además, sigue siendo “hacer todo lo posible para satisfacer a los clientes finales, con la máxima transparencia” y las organizaciones intermediarias financieras locales se examinan en el nivel ético, la gobernanza, los financiadores y los presupuestos, y también se supervisan con visitas in situ. Pero no solo. Porque CreSud ofrece formación y, con especial atención a las empresas sociales, aprovecha su dilatada experiencia en contextos operativos de riesgo ofreciendo asistencia técnica en la formulación y gestión de proyectos de cooperación. En lo que respecta al microcrédito, funciona en pequeña medida en África y la región Asia-Pacífico, mientras que entre Bolivia, Ecuador, Honduras, México, Nicaragua, Perú, Chile, El Salvador, Guatemala y Paraguay, tiene colaboraciones con una veintena de realidades de microcrédito y una decena de productores de comercio justo.

«Sus clientes – concluye Barioli – son en gran parte mujeres, personas que necesitan este apoyo económico para mantenerse en la vida diaria. Hablamos de microempresas familiares, la tienda del pueblo, el gasto en herramientas agrícolas o para la escuela de los niños … Indagamos para saber cómo los trata la organización con la que deberíamos iniciar una colaboración, y cómo son. tratados si pierden una cuota en el pago de la deuda. Nos preocupamos de que nuestros clientes trabajen bien con los suyos, porque la sostenibilidad económica del modelo CreSud está garantizada gracias a los usuarios finales. Y cuando voy a visitarlos, siempre encuentro personas que, a pesar de la extrema dificultad, intentan tomar las riendas de su vida y seguir adelante. De alguna manera no creo que ellos sean los verdaderos beneficiarios, al final yo soy el beneficiario final “.

www.bancaetica.it/cresud

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