Carlos Askunze Elizaga (REAS Euskadi y Fundación Finanzas Éticas)
Es ya un lugar común reconocer que el impacto de la pandemia que asola el planeta ha puesto en cuestión los pilares sociales, culturales, políticos y económicos sobre los que se asienta el actual sistema capitalista. Y lo ha hecho porque ha dejado en evidencia algo que movimientos alternativos, organizaciones sociales, instituciones de investigación e iniciativas ciudadanas transformadoras ya venían resaltando: la incompatibilidad del actual modelo socioeconómico de producción y consumo con el sostenimiento de la vida. Un modelo que, además de no atender a sus efectos sociales y ambientales nocivos, basa su funcionamiento en una financiarización extrema de la economía y en la mercantilización de cada vez más servicios y bienes comunes y/o públicos indispensables para la satisfacción de las necesidades básicas y el mantenimiento de una vida digna y sostenible en cualquier lugar del planeta.
Pero a pesar de que este somero análisis está cada vez más extendido y compartido, no está claro que esté incidiendo de modo determinante en el comportamiento de las instituciones, estructuras sociales y de la propia población en la gestión de esta crisis. Por el contrario, junto al impulso de propuestas e iniciativas alternativas, nos encontramos también con el mantenimiento, cuando no refuerzo, de las desigualdades de acceso a recursos sanitarios, la profundización en las brechas sociales y el aumento de la pobreza, la privatización de servicios esenciales o el mantenimiento de políticas institucionales y comportamientos sociales de corte autoritario y ultraconservador.
Es por ello que, más que nunca, son necesarias herramientas al servicio de la identificación y desarrollo de propuestas y prácticas transformadoras para emprender la urgente transición ecosocial que nuestro planeta necesita. Un cambio que nos permita construir estructuras, instituciones y modelos alternativos que coloquen en el centro la sostenibilidad social y ambiental de la vida, universalicen los derechos de todas las personas y reconstruyan los lazos comunitarios (locales y globales) necesarios para enfrentar de modo colectivo y creativo los retos de la especial coyuntura que vivimos.
En esta perspectiva se sitúa la Economía Social y Solidaria y, en general, las diversas economías críticas y transformadoras que quieren contribuir a dicho cambio de rumbo. Es obvio que la situación requiere de transformaciones estructurales profundas y complejas de todo tipo, la construcción de nuevas políticas e instituciones sociales locales y globales, la extensión de valores culturales alternativos y la puesta en marcha de iniciativas concretas de carácter alternativo que construyan nuevas formas de vida y de relación social y económica. Retos ambiciosos que deben afrontarse a través de estrategias de transición a las que sumar cada vez mayores sectores sociales.
En esas estrategias de transición, se sitúan las propuestas y las iniciativas de la Economía Social y Solidaria y sus herramientas, como particularmente las finanzas éticas, que son imprescindibles para aumentar su impacto social, político y económico y, por tanto, contribuir a los cambios descritos. Necesitamos aumentar la relevancia y significatividad de las propuestas alternativas, a través de la activación y la movilización tanto del compromiso político como de los recursos económicos (individuales, colectivos y públicos), al servicio del cambio.
Fiare Banca Etica es precisamente una herramienta que persigue y se construye a través de dicha activación y movilización. Potenciarla y hacerla crecer, es multiplicar las posibilidades de construir iniciativas transformadoras.
Fiare Banca Etica, una propuesta social y políticamente alternativa
Si atendemos al objetivo de contribuir al crecimiento del impacto social, Fiare Banca Etica presenta, entre otras, una propuesta concreta de compromiso individual y colectivo a través de la participación en un proyecto cooperativo basado en la participación y en la responsabilización y propiedad colectiva. Por otro lado, socialmente ofrece también una alternativa necesaria de uso y consumo de servicios financieros, que quiere restar protagonismo a la banca privada capitalista para construir nuevas y transformadoras formas de relación con la economía en general y con el dinero en particular.
Es por ello que es un objetivo estratégico y prioritario lograr aumentar la base social del banco, tanto desde la perspectiva de la incorporación de personas y entidades socias, como desde la utilización cada vez mayor de sus servicios. Este crecimiento es condición indispensable para promover y asegurar los impactos políticos y, especialmente, económicos que señalamos a continuación.
Fiare Banca Etica es, principalmente, un instrumento de transformación, por lo que su carácter es netamente político. Se trata de una herramienta, en este caso bancaria, que, en último término, tiene un carácter instrumental al servicio de la transformación de la sociedad, de sus estructuras y, especialmente, de su mercado financiero. Su impacto político, en este caso, está ligado a la capacidad de permeabilización social de sus propuestas que, necesariamente, dependerá del grado de fortalecimiento de su implantación territorial, su conexión y alianza con otros agentes, así como en la extensión de sus valores que, de forma polinizadora, aspiran a modificar comportamientos de la ciudadanía, de las instituciones y de las estructuras y agentes económicos y financieros.
Nuevamente, este reto exige estratégicamente la ampliación de su base social, así como de la capacidad del propio banco y sus instrumentos para ofrecer cada vez más y diferentes formas de participación y organización asociativa. Solo el crecimiento en agregación ciudadana y del tejido de organizaciones y agentes sociales a Fiare Banca Etica, posibilitará aumentar su capacidad de transformación política.
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