«Cuando entré en la sucursal de Banca Etica y dije que necesitaba 780 mil euros para abrir un albergue, nadie me mostró la puerta, sino que Giuseppe Sottile, responsable de la zona sur, me hizo sentar y me dijo que le explicara lo que quería hacer”. Así comienza la charla con Antonio Coppola, presidente de la cooperativa que gestiona el albergue social Tric Trac en Nápoles.

La idea detrás de las actividades de la cooperativa (y del nacimiento del albergue) es tan simple como ambiciosa: redefinir la forma de hacer turismo en Nápoles. Mucho antes del boom que llevó a la capital de Campania entre los destinos favoritos de los turistas de todo el mundo, con todas las consecuencias, incluso negativas, que de ello se derivaron, los miembros del CAATS eran conscientes de que podía haber otra manera de acercarse a la ciudad.

El albergue, situado a la entrada del centro histórico, pretende combinar la idea de un turismo suave y no depredador con la de la accesibilidad, especialmente económica. «Queremos que el turismo, especialmente para los jóvenes pero en general para aquellos con bajos ingresos, no tenga por qué ser necesariamente de mala calidad – explica Antonio. ” El objetivo de la cooperativa era abrir un albergue que tuviera todas las ventajas de un alojamiento de alto nivel, pero al mismo tiempo garantizara precios accesibles. Si analizamos las reseñas de las distintas plataformas dedicadas a instalaciones extrahoteleras, la operación parece haber sido un éxito. Los comentarios de los invitados también lo confirman: «Damos la bienvenida a una base de usuarios variada que proviene de prácticamente todos los países del mundo – explica Antonio -. Australia, Finlandia, Sudamérica, China, pero también el norte de África y Europa”. El público está formado por jóvenes, pero no sólo: entre los invitados privilegiados, dice Coppola, hay cada vez más nómadas digitales y, en general, profesionales para quienes viajar es parte integrante de su trabajo y que generalmente no recurren a una pensión.

La estructura no responde a la tradicional: no hay dormitorios ni baños comunes sino cuatro plantas con espacios compartidos, habitaciones separadas con diferente número de plazas y baños internos. El mobiliario ha sido cuidadosamente seleccionado, las literas diseñadas por arquitectos socios de la cooperativa y, algo inédito en un albergue, el desayuno está siempre incluido en el precio.

Los precios son verdaderamente competitivos: lo son tanto en el contexto de una ciudad hiperturística en la que una cama puede costar cantidades desproporcionadas, como en general: «Los fijamos – explica Antonio – observando la tendencia del mercado. . Consideramos los flujos estacionales y otros datos y llevamos a cabo un análisis de marketing casi a diario”.

Las altas exigencias de la estructura han llevado a la cooperativa a ocuparse ya de una serie de plazas que resultaron ser limitadas y a evaluar una ampliación. Esto parece un éxito aún mayor si se tiene en cuenta la fecha de apertura del negocio: el 20 de febrero de 2020. Unas semanas después de la inauguración, el 8 de marzo del mismo año, Tric Trac se vio obligada a cerrar sus puertas. La cooperativa tuvo que esperar hasta 2022 para funcionar realmente.

La compra del inmueble fue posible gracias al préstamo de 900.000 euros de Banca Etica. La relación de la cooperativa con el instituto, sin embargo, tiene raíces lejanas y sólidas: 

«Para nosotros, Tric Trac es un lugar de encuentro de diferentes culturas, pero sobre todo es nuestra manera de ponernos a disposición del turista para vivir la experiencia de Nápoles. Queremos ofrecer a quienes vienen a ver esta ciudad algo más de lo que pueden encontrar en Google: mostrarles que Nápoles es rica en cultura y tradiciones, pero también que deriva de una larga historia de sufrimiento, opresión y contradicciones.. Nos interesa que quienes vienen a Nápoles se lleven algo más que souvenirs basura, o la mejor pizza del mundo y que lo encuentren en nuestra mirada enamorada de la ciudad”.