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¿Las finanzas éticas como respuesta a la precarización de la juventud?

Por Eduardo Martín Ruano, miembro de JóvenesxFiare 

Fruto del trabajo final del I Curso de Experto en finanzas éticas para una economía alternativa, organizado por Fundación Finanzas Éticas, Escuela de Economía Social y la Universidad Internacional de Andalucía, surge mi interés de pensar las finanzas éticas desde las necesidades actuales de la juventud.

Mi pregunta inicial es: ¿existe una relación entre la precariedad actual de las personas jóvenes y el modelo de las finanzas tradicionales? Tras esta, viene la siguiente: ¿pueden las finanzas éticas y la propuesta de la economía social y solidaria (ESS) ser una respuesta a esa precarización?

Las finanzas forman parte de nuestra vida porque depositar el dinero en las entidades nos ofrece seguridad, confianza, y facilidades. Sin embargo, el precio que pagamos por la asimetría informativa de las fórmulas tradicionales es bastante alto. En cambio, las finanzas éticas atienden a objetivos sociales y ambientales estrictos, intentando facilitar el acceso al crédito a colectivos excluidos, y ofreciendo la oportunidad a sus ahorradoras de saber dónde y en qué actividades se invierten sus ahorros.

 

El 30’3% de las personas jóvenes están en riesgo de pobreza y exclusión social. Ha sido uno de los grupos más perjudicados por la crisis derivada de la pandemia, y la reactivación económica que se ha iniciado hace unos meses, no se ha reflejado a corto plazo en sus condiciones socioeconómicas.

El apoyo a la juventud por parte de las finanzas es escaso, pues, en general, excluye del acceso al dinero y limita la autonomía financiera de colectivos que cuentan con trabajos precarios, temporales o no reconocidos. Es por esta razón que mujeres, inmigrantes y jóvenes son los colectivos más limitados en materia financiera.

A lo largo de los años, en la sociedad se han desarrollado iniciativas que tenían como objetivo hacer de los servicios financieros una herramienta social al servicio de todas las personas. Tal y como señala el Barómetro 2020 en el Estado español las finanzas éticas han multiplicado sus créditos ofertando una alternativa viable y segura. Cerca de 190.000 usuarias, 2.500 millones de euros de ahorro y más de 190 millones de euros de capital social hacen posible la solidez de sus financiaciones.
Con esto como telón de fondo se trabaja en Jóvenes x Fiare, uno de los únicos grupos de jóvenes que existen en el panorama actual de las finanzas éticas, y me atrevería a decir, de las finanzas en general. Unido a esto, contamos con el trabajo que se realiza desde la Escuela de Activismo Económico, que ofrece a personas universitarias y recién salida de sus estudios una formación y conexión mediante activismo, con las cooperativas participantes.

Es por esto que me surgen varias reflexiones:
La situación actual del colectivo juvenil español es muy precaria. Sin embargo, pese a los datos, o precisamente por ellos, tenemos ganas de cambios. La alternativa a las formas de trabajo y de relaciones de la economía actual es el sistema que forman las entidades de la Economía Social y Solidaria.

Las finanzas éticas quieren dar respuesta a los colectivos vulnerables y excluidos de las finanzas tradicionales, así como a las personas que quieren saber en que se invierte su dinero. Se convierten en una opción interesante para jóvenes, ya que pueden participar, denunciar su situación y ejercer presión para que sean escuchados.
Ahora bien, pese a la esperanza de sus datos, suponen menos de un 1% del ahorro total del Estado español, por lo que la respuesta que pueden dar a los problemas actuales es bastante limitada. Además, la presencia de jóvenes en sus organizaciones es poco significativa. Para esto, propongo dos alianzas clave de las que aún queda bastante tela que cortar: la educación formal y el asociacionismo juvenil.

Hay mucho por hacer y es necesario establecer una red ciudadana amplia. Para ello, resulta lógico contar con casi el 20% de la población que tienen la capacidad de transformar el futuro con las decisiones de su presente.

Una cosa tengo clara: las finanzas éticas tomarán el camino que quieran los que forman (y formamos) parte de ella.

 

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