Por Albert Gasch, responsable de Relaciones Asociativas del Área Fiare
El pasado 3 de diciembre celebramos en Madrid las jornadas sobre la evaluación ético-social en Fiare Banca Etica, con un doble objetivo: actualizar el modelo actual, y hacer propuestas de mejora, echando una mirada al modelo utilizado en el resto de áreas italianas.
La evaluación ético-social es uno de los ámbitos donde la participación de las personas socias tiene un nivel más intenso y elevado. Supone también un mecanismo de control social de la actividad del banco muy potente, y por ello, en definitiva, es un procedimiento que nos legitima y define como banca ética.
Sin ir más lejos, en la reciente Ley aprobada por el Parlamento Italiano este año, cuando define qué entiende por “operadores bancarios de finanzas éticas y sostenibles”, se señala en uno de los puntos que estos operadores éticos son aquellos que “valoran la financiación otorgada a personas jurídicas según estándars de rating ético, internacionalmente reconocidas, con particular atención al impacto social y ambiental:”, con lo que en la propia definición de la ley de lo que es banca ética, se incluye la valoración ético-social.
Pero más allá de todos estos conceptos, ya conocidos entre todos y todas, me gustaría destacar algunos aspectos menos comentados de la valoración ético-social, y de los que hablamos en las jornadas organizadas con nuestras socias.
La valoración ético-social no es solamente un instrumento para valorar los proyectos que financia el banco desde el punto de vista ético, sino un sistema que permite proponer a las propias entidades procesos de mejora. El cuestionario que realizan las entidades y la evaluación posterior que hace la comisión de evaluación, permiten al solicitante tener una fotografía de su realidad, sirviendo como punto de partida para mejorar aquellos aspectos más débiles reflejados en la propia evaluación.
Por otro lado, la evaluación ético social no debe verse tampoco como un espacio de puro control “inquisitivo” de los evaluadores, sino más bien un espacio de descubrimiento y de enriquecimiento mutuo, donde el valorador en representación de Fiare, descubre una realidad nueva, a la cual aporta su visión y su riqueza, en base a un proceso largamente pensado y elaborado.
Además este momento de encuentro, que es el de la visita del evaluador a la entidad solicitante de financiación, es el más importante del proceso. Funciona no sólo como un espacio de encuentro, sino también como un espacio con una potente dimensión comercial. En efecto, tal y como nos han señalado los colegas italianos, la evaluación ético-social es un momento que sirve intensamente a la visibilidad y proyección de Banca Popolare Etica como un banco distinto, que trabaja desde otros valores y con otros objetivos, concretados en prácticas tan únicas como la propia valoración, y por ello con un impacto comercial muy valorable.
De todo ello hablamos en dichas jornadas, en las que concluimos que era bueno acercarnos al modelo de evaluación italiano en cuestiones que nos parecen importantes como la necesidad de visitar al proyecto evaluado, pero sin perder aquellos elementos propios de nuestro sistema que nos parecen valiosos y queremos conservar; como la propia existencia de comisiones ético-sociales, o el hecho que los evaluadores se escogen en un proceso democrático de elecciones en la circunscripción de las personas socias.
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