por MARCO PICCOLO (Servicio Estrategias y Comunicación de Banca Etica)
Hoy es el Día Mundial del Ahorro y en Banca Etica coincide con la celebración del “Mes de las finanzas Éticas”, un mes en el que promovemos 100 iniciativas en toda Italia y España para dar a conocer Banca Etica y debatir en los distintos territorios cómo el dinero puede convertirse en el motor de una economía ética y solidaria.
Dedicar un día al ahorro –y no al oro, al dinero o a las finanzas– y promoverlo entre los jóvenes es importante porque el ahorro no solo es un valor financiero, sino una actividad que contribuye a crear comunidad. En el proceso de ahorrar, así como en el de trabajar, están presentes dos intereses: el interés individual y el interés de la comunidad de la que formamos parte.
Trabajo y ahorro constituyen dos actividades fundamentales para que la persona se sienta ciudadano o ciudadana de pleno derecho, partícipe de los procesos de crecimiento humano, social y económico de la sociedad en la que vive. Este es un concepto que hay que potenciar con fuerza en estos años de crisis.
Al ahorrar podemos recoger el potencial de regeneración civil derivado de la continua interacción entre la persecución del bien individual y del bien común. Ahorrar es reflexionar qué parte de nuestra renta queremos utilizar en el día a día y qué parte queremos destinar a proyectos o necesidades futuros. Los recursos que ahorramos no se quedan dormidos en un cajón: nuestro ahorro se convierte en “crédito” para las personas y las empresas que lo necesitan. Por esa razón ahorrar tiene una doble función: a nivel individual nos permite programar el futuro e identificar lo que es realmente importante para nosotros; y a nivel colectivo ahorrar significa reforzar nuestra comunidad y crear las bases de futuro de la misma.
Preguntarnos sobre el destino de nuestro ahorro y participar activamente en la decisión de quién merece más “nuestro crédito” es una acción de ciudadanía activa.
Este componente social del ahorro y este interés común a veces no es promocionado como merecería o simplemente no se comprende. Y al final se termina razonando solo en términos del interés personal. Debido al desarrollo de una economía especulativa orientada a maximizar el rédito en el menor plazo posible, este concepto de trasvase del ahorro familiar a la economía real y, en definitiva, a la producción de bienes o servicios y a la creación de trabajo, haya quedado relegado al olvido.
Da que pensar el hecho de que hoy existan fondos de pensiones que, para garantizar las pensiones de mañana a los trabajadores, inviertan en empresas cuyos rendimientos a menudo se basan en recortes de plantilla. ¡Qué lejos queda la aspiración de nuestros padres que ahorraban para garantizar el futuro de sus hijos y sus nietos!
En el Día del Ahorro es importante recordar cómo los recursos que ahorramos contribuyen a determinar nuestro futuro y el de la comunidad en que vivimos. Si estos recursos no se ponen al servicio de la economía real y a disposición de la creación de trabajo no generarán un bienestar extendido, ni compartido y ni común.
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