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De la reflexión a la acción social

 Por David Budó Martí, socio y miembro de JóvenesXFiare

Son muchas las acciones de denuncia que se llevan realizando desde hace décadas para evidenciar los efectos del cambio climático, aunque son especialmente intensas en los últimos años. Al ser un reto tan complejo, implica distintas causas o consecuencias como: los gases de efecto invernadero (CO2, NH4, N2O…), la desertificación (según la ONU, 2.600 millones de personas dependen de la agricultura, sin embargo, el 52 % de la tierra utilizada para la agricultura se ve afectada por la degradación del suelo) o la pérdida de la biodiversidad (1 millón de especies de los 8 millones que se conocen, están en peligro de extinción).

Otra de las preocupaciones que ha surgido con fuerza es la que implica la parada de producción y los ERES en la industria automovilística, por la falta de compuestos semiconductores para la fabricación de microchips. Y es que, una vez más, se pone en evidencia un hecho tan irrefutable como concienciador: vivimos en un mundo de recursos limitados.

En una reciente entrevista ofrecida por CRÍTIC a Alicia Valero, comentaba este hecho evidente y problemático tanto para la industria automovilística como para cualquier otro producto de consumo diario. “No solo hay más gente, sino que la gente que hay quiere más.

En una generación habremos consumido tanto como en toda la historia del ser humano. Está clarísimo que esto estallará de alguna forma. Ya estamos viviendo estas consecuencias; los microchips son solo una muestra. Pero realmente todas las materias primas están sufriendo subidas brutales, porque la demanda sube de manera exponencial y no hay fábricas que sean capaces de dar abastecimiento ni recursos suficientes para proveerlas. Tenemos un problema serio que hay que abordar inmediatamente.”

Parece el día de la marmota desde hace años. Si bien por consenso se atribuye a nuestra era como el Antropoceno, por ser la especia humana la mayor generadora de cambio y de impacto sobre la tierra, parece también evidente que esta capacidad de acción humana sigue por los mismos derroteros, sin favorecer la recuperación del mundo en que vivimos, más bien todo lo contrario.

Son muchas las cumbres, simposios o congresos dedicados al debate y la reflexión sobre el cambio climático. Como diría Slavoj Žižek, estamos inmersos en la sociedad de la reflexión, en la que no solamente no avanzamos hacia donde sobre el papel deberíamos ir para contrarrestar la situación, sino que tácitamente permitimos continuar la senda económica imperante que, si alguna cosa sabemos, es hacia donde nos ha llevado.

Así que, aunque este artículo se sitúe en el plano reflexivo, también pretende ser reactivo. Una de las formas de ser producentes es consumir conscientemente; de empresas o entidades respetuosas con su entorno medioambiental y social, que abogan por la economía circular, que favorecen la reutilización, etc. En definitiva, que tienen un interés colectivo más allá del puramente económico e ilimitado.

Llevar a cabo esta acción social es ejemplarizante y coherente con la urgencia climática actual.

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