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Etica e cooperativa

A la asamblea pasando por el Camino de Santiago

El 13 de mayo tuvo lugar, simultáneamente en Turín y en Santiago de Compostela, la Asamblea de personas socias de Banca Etica. Un grupo de personas optó por llegar a la capital de Galicia a pie recorriendo una parte del Camino de Santiago. Entre estas personas estaba la consejera de administración Nicoletta Dentico, que nos cuenta su experiencia:

“El primer suceso hermoso fue que llegamos a la pequeña Plaza de la Constitución, en la parte vieja de Sarria, dispersos, casi sin conocernos y hasta con cierta timidez lingüística. Un grupo italo-español organizado por la sabiduría conspiradora de Albert, el referente sociocultural de Barcelona, sin más antecedente que un propósito común: caminar juntos hasta a Santiago a tiempo de participar en la Asamblea Anual de Fiare Banca Etica. Y así, paso a paso, conferirle una sensación inédita de movimiento a un banco que, en su hacer, se siente cada vez más mediterráneo y europeo.

El segundo suceso hermoso fue que todos éramos principiantes, ninguno había hecho antes el Camino de Santiago. Así pues, como neófitos, cultivamos al unísono el asombro de la primera vez. Enseguida nos tranquilizan las bolsas inconfundibles de Fiare, llenas de refinados alimentos que descubrimos caminando y que las tres jóvenes socias y titulares de la cooperativa Bico de Grao de Lugo nos entregan por el camino. Son abundantes: no conseguiremos terminarlos, a pesar del espíritu de cordialidad que nos acompañará hasta Italia, recuerdo de los sabores del camino. Intentamos difuminar la espera de la partida con chistes sobre la Consejera de Administración del banco llegando a la Asamblea como caminante, solo un reflejo de la chifladura de Banca Etica. Y luego, las ironías sobre la previsión del equipamiento o el peso de las mochilas, que algunos de nosotros han encomendado sabiamente al impecable servicio que las transporta de un albergue al siguiente para no llevar tanta carga durante el día.

Partimos y, para cuando llega el momento de poner el primer sello en el Monasterio de Sarria, ya ha desaparecido todo rastro de timidez. Nos llegan noticias de que en el país vecino ha ganado Macron, aunque en el fondo, Francia ha elegido entre lo malo y lo peor (entre Guatemala y Guatepeor, como se dice en castellano). Nos espera una primera etapa de 20 kilómetros, pero todavía no tenemos información de las distancias y además lo peor vendrá en los días sucesivos, así que nos sentimos tonificados, con curiosidad los unos por los otros, sorprendidos de ver que hay mucha más variedad humana a lo largo del camino de la que habíamos imaginado, tanto por proveniencia geográfica – hay una presencia constante de asiáticos – como por la edad y la velocidad de paso.

Y luego está el sol, la intensidad bucólica y olorosa de la campiña gallega, el espíritu del camino, que rápidamente nos acoge en su complicidad.

Arturo y Raphael se afirman como líderes naturales del grupo. El primero nos anima briosamente («estamos aquí para expiar nuestros pecados, ninguno de nosotros puede pretender que es inocente») con la clara vocación identitaria de los coordinadores de los GIT de Banca Etica, mientras reivindica la exigencia de informar a través de los tweet que coordina Albert desde Barcelona. Rapha, con el paso silencioso pero cómodo, el peso de la mochila sobre la espalda llevado con pasmosa desenvoltura, encarna el carisma del andar seguro que le aporta la consulta rigurosa del mapa. Los socios Jesús y Santa son marido y mujer, vienen de la Murcia profunda y son nuestra divina dualidad: fluidifican nuestros pasos con su cultura positiva del camino y un repertorio de chistes inagotable.

Sobre este terreno de los chistes cimentaré a lo largo de los días mis conocimientos de español, la malicia de los juegos de palabras que debo traducir al italiano para Andrea y Roberto, los dos socios italianos (de Roma y Trento respectivamente), que no dominan el español pero que encontrarán bien pronto la clave de nuestro intercambio lingüístico a lo largo de los tramos de camino, improvisando divertidas mezclas de palabras italianas con acento del Véneto y referencias al léxico español cogidas de aquí y de allá (la esencia del itañol parecido al que está creciendo en el banco), mientras discutimos del Banco Mundial y de la economía circular, de los eucaliptos y las emisiones de CO2, de la responsabilidad social de la empresa, los fondos éticos y la desintermediación. Y también de la paz y del Tíbet; Roberto ha hecho bien trayéndose dos grandes banderas temáticas que saca de la mochila el último día de camino y con las que literalmente arrasa, a juzgar por las peticiones de foto colectiva de los grupos de caminantes más diversos con los que nos hemos familiarizado a lo largo del Camino. Acompañados de las banderas por la paz y por la libertad del Tíbet, llegamos a la plaza de la Catedral de Santiago el viernes por la tarde, con una plausible sensación de triunfo y la acogida de un aplauso inesperado.

Sí, porque al ir a pie a Santiago, etapa a etapa, lo intangible se hace tangible: el universalismo de un pequeño pueblo en movimiento, cuya elección destaca frente al frenesí existencial ordinario, un pueblo que busca una paciencia interior de vida; la fuerza aglutinante que surge del caminar y de la lentitud del paso, de la libertad de descansar y contemplar que permite el viaje a pie; la energía espiritual que se alimenta del caminar de todos y todas en una dirección común; la certeza de reencontrarse varias veces a lo largo del trayecto y de buscarse para sacarse una foto mutuamente o para compartir las fatigas y los pensamientos del sendero; La familiaridad y el espíritu de solidaridad.

Lo sabe la deportiva señora de Taiwán que se cayó al suelo mientras sacaba fotografías y que experimentó de primera mano la profesionalidad samaritana de Raphael y Arturo y su generosidad equipada con materiales inesperados. Se ganaron el aplauso de un nutrido grupo de peregrinos que la esperaba en el próximo pueblo, lo lógico en esas circunstancias.

Pero hay más. También hay silencios y caminatas en solitario ganadas al espíritu de grupo, está el caminar uno al lado del otro sin decir palabra porque no hace falta y la necesidad de hablar disminuye a medida que pasan los días y se refuerza el sentimiento de amistad, a medida que las etapas se alargan (30 km el miércoles) y la lluvia cae densa sobre nuestras cabezas y nuestros pasos. 2 días de sol, 3 días de aguaceros y lluvia, pero podía haber sido peor.

Para nuestro grupo originario, al que se unió Anna de Tenerife en la segunda parte del camino, el proceso ha tenido más implicaciones significativas. Gracias a la minuciosidad organizativa de Manuel, tuvimos la oportunidad de visitar a lo largo del camino algunos proyectos financiados por Fiare. La parada en el pueblo rural de Arqueixal, cercano a Palas de Rei, nos permitió conocer de cerca la experiencia visionaria de José Luis, un hombre de sabiduría antigua y elecciones pioneras que intenta enlazar de una forma original las antiguas costumbres agrícolas de Galicia con la necesidad de nuevos estilos sostenibles de vida, un trabajo que entreteje cultura y formación, ecoturismo y producción agrícola de calidad. La cena de Arqueixal, preparada por el carismático Lucas, es un símbolo de nutrición y salud inolvidable, como comentó acertadamente Roberto.

Volvimos a encontrar a Lucas, junto con Carmela, Jesús (el pequeño) y los demás amigos la noche de nuestra llegada a Santiago, cuando las socias y socios españoles, reunidos para la asamblea de Fiare, nos dieron una calurosa acogida, llena de curiosidad y sorpresa. Tampoco nosotros nos lo podíamos creer. No esperábamos que todo fuera tan bien: la compañía, el camino, la fuerte dimensión social y emotiva de esta semana. Estamos algo trastornados y también preocupados, más que cansados.

Nuestro viaje ha terminado. ¿Pero no podríamos volver a empezar?”